Pinceladas de Asia: el Budismo de Borobudur
- aitanavargas
- 2 oct
- 3 Min. de lectura
Por Aitana Vargas
Mi primera impresión de la isla de Java (Indonesia) no me resultó tan impactante como mi llegada a otros destinos del sudeste asiático, incluyendo la isla de Bali, Camboya o Vietnam. Aún así, es un destino que merece la pena tanto si es tu primer contacto con esta zona del mundo, como si buscas sumergirte en la naturaleza, descubrir cascadas y visitar volcanes.

La isla también ofrece la posibilidad de visitar varios templos antiguos de herencia hinduista y budista, pero la presencia de éstos es mucho más limitada que en otras partes del país. A fin de cuentas, en Java predomina la cultura musulmana, algo que se observa rápidamente en sus calles y habitantes. Fieles a las costumbres y tradiciones de Indonesia, la amabilidad y el buen trato jamás faltan por este rincón del planeta.
Mi recorrido en Java arrancó en Yogyakarta, una ciudad situada en la región central de la isla. A una hora en coche de aquí se encuentra Borobudur, uno de los grandes atractivos del país. En Java e Indonesia lo consideran el templo budista más grande del mundo. Pero ahí es donde yo discrepo, ya que es difícil competir y desbancar de ese lugar a Angkor Wat. Aunque el templo camboyano fusiona el hinduismo y el budismo, resulta impactante a la vista y al espíritu ––y no solo por su magnificencia, sino por su belleza, tamaño y espectacular entorno natural––. Es toda una joya y oda a las culturas antiguas. Y yo me enamoré tanto de su arquitectura y majestuosidad que regresé en dos ocasiones para apreciar sus encantos.

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A pesar de mis apreciaciones y preferencias personales, Borobudur es un templo bonito y con gran encanto cuyas vistas se extienden más allá de la línea del horizonte. El mayor problema, como con Angkor Wat y una larga lista de templos, es la masificación. Construido de forma escalonada, no resulta difícil de recorrer, aunque estás obligado a sumarte a un grupo e ir con un guía de principio a fin. Para los que preferimos ir a nuestro aire es, sin duda, un inconveniente.
La duración máxima de la visita es de una hora. También te obligan a comprar unas sandalias rústicas ––bastante incómodas y poco prácticas–– para apoyar la economía local y, supuestamente, evitar el desgaste de la estructura. Esto último es un argumento muy cuestionable a la luz de la cifra de turistas que pasean por allí a diario. Pero bueno...Otra de las consecuencias de la masificación en Borobudur es que dificulta apreciar la gran labor de reconstrucción que se ha realizado. Por no mencionar ya el encontrar un escondite para disfrutar de la tranquilidad o un hueco para inmortalizar una fotografía sin que se cruce una riada de personas por delante.
El templo está decorado con estatuas budistas y campanas, características de esta filosofía.


A unos 15 minutos en coche de Borobudur se encuentra el monasterio budista Mendut, de acceso gratuito y cuya arquitectura se asemeja a los templos budistas de Camboya (imágenes inferiores). Se presta para la meditación y para un paseo tranquilo y ameno por sus jardines.
*Fotografía: Aitana Vargas
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