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Cinco ámbitos de lucha para las activistas por la justicia menstrual en Turquía

  • ONU
  • 5 jun
  • 4 Min. de lectura

Por ONU


Ilayda Eskiter-Schoğlu es una activista por la justicia menstrual y abogada especializada en derechos humanos. Su activismo comenzó tras un grave terremoto, una situación en la que observó que las respuestas de emergencia pasaban por alto las necesidades relacionadas con la menstruación. Desde entonces ha trabajado para poner fin a la pobreza asociada a la menstruación y combatir el estigma y la invisibilidad del período, así como para abogar por la educación sobre la salud menstrual. He aquí cinco importantes lecciones que cabe extraer de su lucha por el progreso en Turquía.


Tras una catástrofe, las necesidades relacionadas con la menstruación caen en el olvido

La mecha del activismo de Eskiter-Schoğlu se encendió tras un devastador terremoto ocurrido en 2011 en su ciudad natal, Van, en el este de Turquía. Mientras empaquetaban apresuradamente la ayuda en cajas, una sala llena de mujeres se percató de pronto de que habían olvidado incluir artículos de higiene menstrual. En ese momento puso en evidencia la facilidad con la que se pasa por alto la menstruación, incluso entre las personas que menstrúan.


“Lo absurdo de la invisibilidad de esa experiencia, incluso en una sala llena de mujeres y niñas adolescentes, me llevó a reflexionar sobre la pobreza asociada a la menstruación, el estigma que conlleva y los motivos por los que se considera un tabú en nuestra cultura”. 


Las mujeres y niñas son quienes más sufren durante las emergencias humanitarias. En las zonas en crisis, los artículos de higiene menstrual suelen ser inaccesibles o incluso imposibles de encontrar, lo que obliga a muchas mujeres y niñas a recurrir a alternativas poco seguras, como trapos, hojas de plantas y periódicos. Estas soluciones improvisadas son incómodas y pueden generar graves riesgos para la salud, como infecciones del tracto urinario, infecciones por hongos y vaginosis bacteriana. La falta de agua limpia, privacidad e instalaciones de saneamiento no hace sino empeorar las cosas y provocar que el período se convierta en un calvario mensual para millones de mujeres en todo el mundo. Esta negligencia despoja a mujeres y niñas de su dignidad y pone en peligro su salud, una situación que nadie debería padecer.


El estigma es el mayor obstáculo para la dignidad y el acceso

La mayor barrera a la que se han enfrentado Eskiter-Schoğlu (cofundadora de una ONG feminista dirigida por jóvenes) y su equipo ha sido el estigma que rodea al período de las mujeres. En algunas comunidades, la menstruación se sigue considerando vergonzosa e inmoral.  


“En Turquía no es fácil hablar sobre los ciclos del cuerpo, sobre la salud sexual y reproductiva y mucho menos sobre la menstruación”. 


El nombre de su organización, We Need To Talk (Tenemos que hablar), plantea frontalmente esta cuestión y abre un espacio para mantener conversaciones honestas. El equipo de Eskiter-Schoğlu trabaja para acabar con la vergüenza y el silencio en torno al período y crear entornos abiertos y seguros donde la menstruación se trate como un proceso natural y saludable. En una sociedad en la que el simple hecho de pronunciar las palabras “menstruación” o “período” puede ser controvertido, su trabajo es radical y esencial a la vez.   


“Para cada persona que menstrúa y tiene un organismo cíclico, este tema (la justicia menstrual) es una cuestión de derechos humanos”.


La educación sobre la menstruación importa

En Turquía, la educación sexual integral (ESI) no forma parte de los planes de estudios escolares. Por ello, muchas niñas experimentan su primer período sin haber recibido información precisa y sin ningún tipo de apoyo. 


Eskiter-Schoğlu cree que las escuelas deberían estar preparadas para educar a todas las infancias —no solo a las niñas— sobre la salud sexual y reproductiva. Para quienes menstrúan, esta educación es una fuente de confianza y dignidad. Para el resto, sobre todo los niños, estimula la empatía y el respeto mutuo y, en general, para todas las personas, borra el estigma y normaliza la menstruación como un proceso natural y saludable.


“La pobreza asociada a la menstruación no se limita a la falta de acceso a determinados artículos; tiene que ver también con la falta de acceso a los conocimientos sobre la menstruación”. 


Sin embargo, solo el 39 por ciento de las escuelas en todo el mundo imparten educación sobre salud menstrual, lo que priva a millones de jóvenes de la información que necesitan. Según un estudio reciente que se llevó a cabo en los Estados Unidos, más del 75 por ciento del alumnado afirma que aprende más sobre la biología de las ranas que sobre el cuerpo femenino, y el 90 por ciento cree que las escuelas deberían normalizar la menstruación.  


“Debido a que (los hombres y niños) no han recibido ningún tipo de educación sobre la experiencia menstrual… su ignorancia y la falta de apoyo de su parte son en la actualidad una de las principales causas de la pobreza y el estigma asociados a la menstruación”.


El fin a la pobreza asociada a la menstruación inicia con el reconocimiento de que los artículos de higiene menstrual son esenciales

Al cabo de varios años de duro trabajo desde la base, Eskiter-Schoğlu y otras activistas lograron un hito histórico en Turquía: reducir el impuesto al valor agregado para los artículos de higiene menstrual. 


“En un contexto político muy complicado, fuimos capaces de convencer al Gobierno de que reconociera que los artículos de higiene menstrual son productos de primera necesidad”. 


Aunque no consiguieron eliminar el impuesto por completo, este cambio de política supuso un reconocimiento crucial de que los artículos de higiene menstrual son esenciales para las mujeres y las niñas. El impuesto se redujo primero al 8 por ciento, aunque después volvió a elevarse al 10 por ciento debido a la crisis del costo de la vida. Con todo, Eskiter-Schoğlu y su equipo lo consideran un gran paso hacia adelante, ganado con un esfuerzo considerable. 


“Los Gobiernos no pueden gravar estos productos como si fueran artículos de lujo”. 


Esta victoria política demuestra lo que se puede lograr con una presión sostenida desde la base, incluso en contextos políticos complejos, en los que los avances pueden ser lentos y enfrentarse a una fuerte oposición.


La solidaridad impulsa el cambio

El activismo de Eskiter-Schoğlu se sustenta en la solidaridad, afirma, citando un cántico feminista turco: “La solidaridad nos mantiene fuertes; la solidaridad nos mantiene vivas”. Ya sea durante una manifestación, en una sala de conferencias de las Naciones Unidas o en momentos de duelo, Eskiter-Schoğlu encuentra su fuerza en el movimiento feminista mundial.



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