Mujeres hondureñas que dejaron huella
- Itsmania Platero
- 25 abr
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Por Itsmania Platero (copublicado por Los Ángeles Press)
Según el escritor Miguel Ángel Cornejo, la violencia es un aspecto que nos arrastra, pero siempre hay que ser positivos asumiendo el reto de querer ser diferentes.
Haciendo un recorrido por la historia, nos damos cuenta de que muchas mujeres notables quedaron en el olvido, llenas cada día más de polvo y moho, destacadas en la lucha por los demás, renunciando a sus propias alegrías. Heroínas de las artes, pintoras, escritoras, fotógrafas y cantantes famosas han sido opacadas por una sociedad egoísta, por almas pequeñas, abatidas por la envidia y la mala fe.
Las mujeres cada día tenemos que enfrentar nuevas luchas y retos: ser excelentes, felices, respetadas, valoradas, reconocidas, diferentes y emprendedoras.
Desde la creación del mundo, las paredes de las cuevas hablan de los secretos de la mujer y su belleza.
Los grandes artistas han hecho énfasis en la figura femenina y la belleza que perciben de diferentes formas: la estética, su técnica, hasta sus puntos estratégicos para incursionar en la política.
Son muchas las etapas que destacan el papel de las mujeres en los cambios sociales. No dejar de recordar a Leticia de Oyuela, historiadora, poseedora de un peculiar estilo que mezclaba el hecho histórico con una enorme fuerza. Fue pasión e inspiración para muchos, ya que dejó plasmada la historia de Honduras en más de 25 libros, siendo nominada al Premio Nobel de la Paz.
Gladys Lanza Ochoa (Tegucigalpa, 1942), hija de Petrona Lanza Ochoa y de Abraham Williams Calderón.
La insigne Gladys Lanza, una mujer campechana de fuerte temperamento, hija de un vicepresidente de la República de Honduras, Abraham Williams Calderón, ingeniero civil, militar con rango de general y político hondureño.
Gladys Lanza se destacó en la lucha por los movimientos obreros, agotó sus años por la defensa de los derechos laborales y de la mujer, sin imaginar que al final se convertiría en víctima de un sistema jurídico corrupto, donde nadie pudo defenderla. "Heredó al mundo entero un ansia de independencia y una bofetada profunda al mundo burgués".
Clementina Suárez fue llamada la "Mujer Nueva" de Honduras. Bohemia, apasionada de los cafés, hacía lo que quería. No le molestaba ser la única mujer que frecuentaba el estanco de "Mamá Llaca" en el Barrio La Ronda de Tegucigalpa. Adoraba la compañía de los hombres en todas las formas, le encantaba estar rodeada de talentos, energía e ideas. De hecho, la educación de Clementina era la gente.
"Vestía pantalones cortos y celebraba su cuerpo, no solo en su vida sino también en su poesía". Fue liberada, independiente y franca. Fue la primera mujer que publicó un libro en Honduras, pero la gente se interesaba más por sus amantes que por su poesía, hasta que su vida terminó en manos de la delincuencia. Su crimen quedó en completa impunidad.
María del Pilar Salinas inició una escuela en 1948 con la finalidad de ayudar a personas no videntes en Honduras. A los 19 años quedó ciega, pero eso no le impidió formarse como maestra. Su valor y su fe le dieron fuerzas y aprendió la rehabilitación, fue preparada para ayudar a los no videntes.
Su comienzo fue difícil, sin la confianza de la sociedad y, además, víctima de los obstáculos impuestos, pero que la acercaron al éxito. En 1981 fue nombrada, a escala mundial, Segunda Mujer del Año en Roma, Italia. Después de su muerte a los 91 años, los correos hondureños le dedicaron un sello postal.
Ellas, como otras, han dejado huellas y aportes invaluables a la cultura y al arte, y dejaron un vacío incalculable y un gran reto para otras más.
Ver a las mujeres como discípulas de sus padres es una relativa facilidad de aprendizaje y maestría. Imaginarlas víctimas de la esclavitud, no solo por explotación sexual sino por la más común, vivir ocultando la belleza de sus talentos, sus virtudes y con el rostro mirando al suelo.
Pero cuando las puertas se cierran de golpe, obligan a las mujeres a acceder a las universidades, no solo por concebir que no tenían suficiente talento, sino por una cuestión moral, para desarrollar lo que se llama "Dignidad".
Todavía las reglas sociales imposibilitan a la mujer a pintar la desnudez de los hombres. No obstante, los hombres pueden realizar cualquier pintura con sus cuerpos, sin importar su desnudez.
Pero en todos los tiempos, las mujeres han luchado y continúan luchando por hacerse valer, lograr el reconocimiento y la realización de sus sueños. Algunas lo consiguieron, tuvieron carreras importantes, triunfaron y adquirieron solvencia económica.
Pero como diría Ángeles Caso: "Los historiadores las descartaron de un plumazo, las condenaron, las tiraron a un pozo oscuro y probablemente hemos heredado ese relato sin cuestionarlo".
A lo largo de todas las generaciones, siempre ha destacado una mujer. Pero siempre han sido obligadas a abrirse espacios a fuerza de dolor, humillación y tropezones. La mujer parece reflejar "un combate interior entre el amor y la libertad".
Muchas veces, la mujer deja que roben su espacio y olvida el trabajo que lleva ser mujer. Cada una debe entender que tiene el don de definir su propio estilo, que plasmará creativamente en su imagen, dejando al final un gusto casi estético al mirarse al espejo, bella y delicada. Esto no es difícil.
La clave está en no vivir detrás del silencio. Debemos expresarnos con seguridad y libertad, y tener la certeza de que las palabras contribuyen al mejoramiento de nuestro entorno, sin temer a los cambios, pues estos llegarán a transformarnos.
Finalmente, serán la inspiración inédita con el alma pura, como una hoja en blanco, donde el tiempo se encargará de llenar con la mejor de sus historias, que es "El don divino de ser madre".
"Una palabra basta para cambiar el rumbo de nuestras vidas..."
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